La revolución tecnológica ha creado un mundo intercomunicado e hiperactivo donde los niños han dejado su naturaleza activa y física de lado. El Yoga, además de los ya conocidos deportes, juegos y disciplinas, surge como un recurso alternativo para conectar con los niños y enseñarles a vivir más relajados, concentrados y felices.
La finalidad central del yoga es alcanzar un estado de plenitud equilibrando mente, espíritu y cuerpo mediante técnicas de relajación, respiración y la puesta en práctica de diversas posturas que buscan alinear los chakras, centros de energía necesarios para la vida.
Por consiguiente cuando un niño practica el yoga aprende a mejorar su capacidad de concentración, coordinación y autocontrol, desarrollando sus habilidades sociales y elevando su autoestima y confianza. También prepara a l@s niñ@s para la vida, conociéndose mejor a sí mismo y encontrando su propia calma sin la necesidad de la intervención de alguien más. Es decir, aprende a autorregularse y reduce la aparición de estrés y ansiedad.
Otros puntos a favor que tienen los niños que hacen yoga están relacionados con una mejora de la postura y desarrollo de hábitos saludables, ya que el pequeño aprende a sentarse correctamente y caminar sin causar daños en su columna y se vuelve responsable con respecto al tiempo, comprendiendo que debe realizar diversas actividades con compromiso y eficacia.